La soja es un alimento
muy completo y nutritivo y constituye la legumbre seca de mayor valor
energético. Su elevado contenido en proteínas, superior
a la de la carne, hace de la soja una fuente proteica vegetal de gran
interés dietético y nutricional. Igualmente, es también
importante su contenido en fibra. En cuanto a la grasa, aunque se encuentra
en una proporción bastante elevada, los ácidos grasos
saturados y monoinsaturados son minoritarios en comparación con
los ácidos grasos poliinsaturados que presenta. Además,
es después del huevo y el sésamo, uno de los alimentos
más ricos en lecitina, lo que facilita su aprovechamiento culinario.
En comparación con el resto de legumbres, la soja aporta mayor
cantidad de calcio, hierro, yodo, magnesio, potasio y fósforo,
además de ácido fólico y otras vitaminas como B1,
B2, B3 y B6.
Estudios
científicos recientes, ponen de manifiesto que la ingesta
habitual de soja y sus derivados, ricos en isoflavonas, desempeñan
un papel beneficioso para paliar o tratar los síntomas asociados
a la menopausia (sofocos, dolores articulares y musculares, irritabilidad,
aumento de peso
). Además, dichos compuestos, también
denominados fitoestrógenos, cumplen acciones positivas sobre
determinados órganos y tejidos como la pared vascular; se reduce
el riesgo de alteraciones cardiovasculares y la masa ósea; disminuye
el riesgo de fracturas osteoporóticas y existe una menor tendencia
a la desmineralización del hueso.
Respecto a su composición nutritiva, su elevado aporte de fibra
contribuye a prevenir y aliviar el estreñimiento, a hacer más
lento el paso de los azúcares a la sangre (permite regular la
glucemia, lo que es beneficioso para personas con diabetes) y a reducir
los niveles de colesterol en nuestro organismo.
Diferencia
entre las isoflavonas y la lecitina de soja