¿Trastornos mentales en aumento o sobre diagnosticados?
Enero
2015 | Boletin
Mensual de Salud
La
noción de que una persona puede encarnar varias personalidades,
cada una de ellas distintas, no es algo nuevo.
Los
antiguos romanos tenían un sentido de ello y mostraron a Janus,
un Dios de dos cara. En la década de 1880, Robert Louis Stevenson
escribió "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr.
Hyde," una novela que nos proporcionó una metáfora
perdurable del bien y del mal corporalmente unidos. Los cómics
modernos están inundados de personalidades divididas como en
Hulk y el dos caras en la serie de Batman. Incluso el heroico Superman
tiene sus alternadas personalidades.
Pero pocos
casos del fenómeno han capturado la imaginación colectiva
como "Sybil", el estudio de una mujer en EE.UU. que no decía
haber tenido ni dos, ni tres personalidades, sino 16 diferentes.
"Sybil",
como libro para un mercado masivo, publicado en 1973, se vendió
por millones. Decenas de millones vieron en 1976 una versión
en televisión. La historia tenía suficiente jugo para
que otra película televisiva se lanzara en el 2007.
Sybil Dorsett,
un seudónimo, se convirtió en el paradigma de un diagnóstico
psiquiátrico conocido en su momento como trastorno de personalidad
múltiple.
En estos
días, el trastorno es conocido por una descripción más
anodina: trastorno de identidad disociativa.
De cualquier
manera, el extraño caso de la mujer cuyo verdadero nombre era
Shirley Ardell Mason se hizo famoso en las oficinas de los psiquiatras
en todo el país.
Antes de
"Sybil", el diagnóstico era raro, con solo unos 100
casos reportados en revistas médicas. Menos de una década
después de que "Sybil" hiciera su aparición,
en 1980, la Asociación Americana de Psiquiatría reconoció
formalmente el desorden y los números se dispararon a miles de
diagnósticos.
Una mujer
insistió en que tenía más de 300 identidades dentro
de ella.
Cuando
un desorden inusual atrae tanta atención, como este lo hizo por
un tiempo, el público queda confundido, comprensiblemente, acerca
de como de prevalente es realmente una enfermedad mental.
Incluso
con condiciones médicas que son menos polémicas y mucho
más familiares para la mayoría de las personas, surgen
interrogantes.
Consideremos
un trastorno del desarrollo como el autismo o el síndrome de
Asperger. Un estudio apoyado por el gobierno federal en el 2013 descubrió
que la probabilidad de que un niño en edad escolar reciba tal
diagnóstico había aumentado un 72 por ciento en los últimos
cinco años.
Los casos
de trastorno por déficit de atención con hiperactividad
han aumentado tanto que ahora se dice que afectan, en algún momento,
al 11 por ciento de los estadounidenses de 4 a 17 años de edad
.
En el 2007,
los investigadores informaron que se ha multiplicado por 40 el número
de niños y adolescentes recibiendo tratamiento para el trastorno
bipolar.
¿Estas
estadísticas señalan que los trastornos están de
hecho aumentando explosivamente o que los doctores simplemente han mejorado
en reconocer problemas existentes? ¿O, menos tranquilizador,
son quizás algunas de estas condiciones sobre diagnosticadas?
Los mismos
profesionales médicos continúan debatiendo estas cuestiones.
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