Pero
es muy probable que usted no esté obteniendo el máximo
partido de esa compra.
Una
nueva investigación sugiere que la felicidad no está
determinada por la cantidad de dinero que uno gana, sino más
bien, por como uno lo gasta.
Elizabeth
Dunn profesora asociada en la Universidad de British Columbia
explica el por que.
Los
economistas han estado escudriñando los vínculos
entre los ingresos y la felicidad a través de las naciones,
y los psicólogos han sondeado a los individuos para averiguar
lo que realmente produce en una persona el dinero en efectivo.
Los
resultados, a primera vista, pueden parecer algo obvio: Las
personas con ingresos más altos son, a grandes rasgos,
más felices que las que luchan por salir adelante.
Pero
profundizando un poco en dichos resultados, estos son mucho
más sorprendente y mucho más útiles.
En
pocas palabras, la última investigación sobre
el tema sugiere que la riqueza por si sola no proporciona ninguna
garantía de una vida feliz. Lo que importa mucho más
que tener un gran ingreso o una gran riqueza es como ese ingreso
o esa riqueza se gasta.
Por
ejemplo, dar dinero hace a una persona mucho más feliz
que prodigarse en sí misma. Y cuando gastan dinero en
sí mismas, las personas son mucho más felices
si lo gastan en experiencias, como por ejemplo viajes, que si
lo gastan en bienes materiales.
A
Ryan Howell, profesor asociado de psicología en la Universidad
Estatal de San Francisco le llamaba la atencion el siguiente
enigma: Numerosos estudios realizados en los últimos
10 años han demostrado que las experiencias de la vida
nos dan un placer más duradero que las cosas materiales,
y sin embargo seguimos negándonos a nosotros mismos las
experiencias y damos prioridad a poseer bienes materiales.
En
un estudio publicado a principios de este año, Howell
encontró que la gente piensa que una compra de bienes
materiales ofrece un mejor valor para el dinero porque las experiencias
son fugaces, y los bienes materiales son duraderos.
Así
que, a pesar de que de vez en cuando derrochamos en unas grandes
vacaciones o en caras entradas a conciertos, cuando somos más
consciente del dinero, nos adherimos a los bienes materiales.
Pero
de hecho, el profesor Howell encontró que cuando la gente
miraba hacia atrás se daba cuenta de que las experiencias
en realidad siempre proporcionaban un mejor valor.
"La
gente piensa que las experiencias solo van a proporcionar la
felicidad temporal, pero en realidad proporcionan más
felicidad y valor más duradero". Y sin embargo,
todavía seguimos comprando cosas materiales, porque son
tangibles y creemos que podemos usarlas por mucho tiempo.
Las
experiencias, por el contrario, tienden a encajar más
con nuestras necesidades psicológicas subyacentes, dice
Thomas Gilovich, profesor de psicología en la Cornell
University .
A
menudo son compartidas con otras personas, lo cual nos da un
mayor sentido de conexión, y forman una parte más
grande de nuestra identidad. Si usted ha escalado el Himalaya,
es algo que siempre recordará y de lo que siempre hablará,
mucho después de que todos sus aparatos electronicos
favoritos hayan ido a un vertedero de basura
Y
sobre todo, algo crucial, casi nunca tendemos a comparar nuestras
experiencias con las de otras personas.