Las raíces comunes del dolor físico y del dolor mental.
Noviembre
2014 | Boletin
Mensual de Salud
"Palos
y piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras no pueden hacerme
daño."
El
viejo adagio está siendo cuestionado por una nueva investigación
de la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles): La Dra.
Naomi Eisenberger ha encontrado que el rechazo social y el dolor físico
están intrínsecamente ligados en el cerebro, tanto es
así que la falta de integración social puede afectar
al dolor físico.
¿Cómo
el rechazo social podría afectar al dolor físico?
En un experimento
publicado enla revista Pain (Dolor), Eisenberger utilizó a 75
personas para explorar las percepciones de dolor físico en el
contexto de situaciones sociales.
En primer
lugar, los investigadores identificaron el umbral del dolor único
de cada persona mediante la transmisión de diversos niveles de
calor hacia el antebrazo. Los participantes clasificaban los niveles
de dolor hasta que llegaban al "muy desagradable". Esto proporcionó
una base para umbrales del dolor personal en condiciones normales.
Los participantes
posteriormente intervinieron en un juego en la pantalla de un ordenador
consistente en lanzar una pelota.
En dicho
juego intervenían tres personajes . Un personaje era representado
por el participante, y los investigadores dijeron a los participantes
que los otros dos personajes eran interpretados por personas reales,
aunque en realidad era el ordenador o computadora quien controlaba todo.
El participante
era o socialmente incluido (la pelota le llegaba a regularmente) o excluido
(la pelota nunca le llegaba). En los últimos 30 segundos del
juego, se aplicó un nuevo estímulo de calor y los participantes
en el experimento nuevamente clasificaban el nivel de dolor que sentían.
Como era
de esperar, el grupo no incluido mostró un 67% más de
desamparo social que la media. Más sorprendente fue el hecho
de que las mismas personas que reportaron gran angustia y desamparo
social en el juego también mostraron grados más altos
de dolor al final del juego, reflejando un vínculo entre el
dolor físico y la no integración social.
Estudios
de imagen por resonancia magnética funcional (IRMf) han confirmado
que el dolor físico y emocional activa la corteza cingulada anterior
dorsal del cerebro. Otros estudios indican que las personas que sufren
de condiciones físicas tales como dolor crónico son
más propensas a tener ansiedad emocional y sentir el rechazo
social más profundamente.
En un reciente
estudio del 2013 en el Journal of Neuroscience, los investigadores exploraron
un método de mejora de control emocional a través de una
adaptación de una tarea de memoria de trabajo bien estudiada
llama n-back.
En la tarea
n-back estándar , la persona debe recordar diferentes estímulos
visuales o auditivos de 1, 2, 3 o más ensayos; en este caso se
les mostró a los participantes imágenes de diversas expresiones
faciales y palabras con carga emocional como muerte y maldad.
De 34 participantes,
quienes pasaron 20 días usando esta tarea basada en la emoción
de la memoria de trabajo habían controlado su angustia más
eficazmente cuando fueron expuestos más adelante a imágenes
de eventos traumáticos.
Estas
fascinantes percepciones sobre la base neurofisiológica de la
angustia emocional sólo arañan la superficie de lo que
podemos aprender sobre el impacto del control emocional en nuestra
vida cotidiana.
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