Dormir en habitaciones frías.
Agosto
2014 | Boletin
Mensual de Salud
El
sueño es esencial para la buena salud, como ya todos sabemos.
Pero un nuevo estudio sugiere que puede haber una manera fácil
y que pasa desapercibida, para aumentar sus virtudes: bajar el termostato
de la habitación en la que dormimos.
Habitaciones
más frías podrían transformar sutilmente los depósitos
de grasa parda de una persona - la grasa que ha llegado últimamente
a ser considerada como "grasa buena" - y por lo tanto alterar
el gasto de energía y la salud metabólica, incluso en
las horas del día.
Hasta hace poco, la mayoría de los científicos pensaba
que los adultos no tenían grasa marrón o grasa parda.
Pero en los últimos años, escasos depósitos - menos
de 15 mililitros, en realidad - de este tejido se han detectado en el
cuello y la espalda superior en muchos adultos.
Esto es
importante porque la grasa marrón, a diferencia de la materia
blanca más común, es metabólicamente activa.
Experimentos
con ratones han demostrado que la grasa parda o marrón saca el
azúcar de la sangre para quemar calorías y mantener la
temperatura central.
Un proceso
similar parece ocurrir en los seres humanos. Para un nuevo estudio,
publicado en junio en la revista Diabetes, investigadores afiliados
a los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU., persuadieron a cinco
jóvenes varones voluntarios sanos a dormir en cámaras
de clima controlado en los edificios del NIH (en español Institutos
Nacionales de la Salud) durante cuatro meses.
Los jóvenes participantes realizaban sus vidas normales durante
el día, y regresaban a las 8 cada noche al NIH. Todas las comidas,
incluyendo el almuerzo, se proporcionaron, para mantener constante su
consumo de calorías. Dormían con batas de hospital y bajo
sábanas de ligeras.
Durante
el primer mes, los investigadores mantuvieron los dormitorios a 75 grados
(23.8 grados centígrados), una temperatura considerada neutral
que no promueve respuestas moderadoras del cuerpo. Al mes siguiente,
los dormitorios se enfriaron a 66 grados (18.8 grados centígrados),
una temperatura que los investigadores esperaban podría estimular
la actividad de la grasa parda (pero sin llegar tiritar, algo que por
lo general comienza a temperaturas más frías).
Al mes
siguiente, se restableció en los dormitorios la temperatura de
75 grados (23.8 grados centígrados), para deshacer los efectos
de la fría habitación del mes anterior, y durante el último
mes, la temperatura de dicha habitación a lo hora de dormir era
de unos agradables 81 grados (27.2 grados centígrados).
En todo
momento, se realizó un seguimiento de azúcar en sangre,
de los niveles de insulina de los sujetos y de los gastos calóricos
diarios; después de cada mes se midió la cantidad de grasa
marrón.
Las bajas
temperaturas, se vio después, cambiaron los cuerpos de los hombres
notablemente. Lo más sorprendente, después de cuatro semanas
de dormir a una temperatura de 66 grados (18.8 grados centígrados),
fue el hecho de que grasa parda o marrón casi se había
duplicado de volumen y de que la sensibilidad a la insulina, que se
ve afectada por los cambios en el azúcar en la sangre, mejoró.
Los cambios
fueron pequeños pero significativos, indica Francesco S. Celi,
autor principal del estudio y ahora profesor en la Virginia Commonwealth
University. "Todos los participantes eran hombres jóvenes
y sanos, pero simplemente por dormir en una habitación fría
obtuvieron ventajas metabólicas", ventajas que pudieran
con el tiempo reducir sus riesgo de diabetes y otros problemas metabólicos.
Los participantes
en el estudio también quemaron unas cuantas más calorías
durante el día cuando durmieron en la habitación más
fría (aunque no lo suficiente como para dar lugar a la pérdida
de peso después de cuatro semanas).
Las mejoras
metabólicas desaparecieron después de cuatro semanas de
dormir a una temperatura de 81 grados (27.2 grados centígrados),
de hecho, los participantes entonces tenían menos grasa marrón
que después de la primera exploración.
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