Los
médicos odian el dolor.
Junio
2013 | Boletin
Mensual de Salud
A
los médicos no les gusta el dolor porque son (la mayoría)
de buen corazón y odian ver a la gente sufrir.
A
los médicos no les gusta el dolor porque el dolor es invisible,
no se puede medir ni controlar, y varía ampliamente y de
manera impredecible de persona a persona.
A los médicos
no les gusta el dolor porque les puede arrastrar a las zonas peligrosas
de la práctica médica ilegal.
Y no
les gusta sobre todo porque, a menos que específicamente
busquen capacitación sobre cómo manejar el dolor, ellos
no reciben prácticamente ninguna formación en absoluto
acerca del dolor, y terminan volando sobre todo tipo de territorios
peligrosos absolutamente solos, sin mapa para saber donde ir ni red
para sujetar la caida.
Los acontecimientos
de las últimas décadas no les han ayudado mucho.
Primero
fue el movimiento "el poder del dolor" impulsado por los consumidores
y - justificado, en su mayor parte - que señalaba que el dolor
era salvajemente infra tratado por la mayoría de los médicos.
Y luego,
más recientemente, llegaron las nuevas estadísticas sobre
el abuso generalizado de los narcóticos con receta, que ahora
saturan los mercados de las esquinas de las calles en todas partes y
abuso que causa más muertes por sobredosis que la heroína
y la cocaína juntas.
En otras
palabras, los médicos ahora están advertidos en los términos
más enérgicos posibles contra dar muy poca medicación
o dar mucha, contra darla demasiado alegremente o demasiada escasa,
advertidos contra dar poca prescripcion a las personas adecuadas o mucha
a las no adecuadas.
La mayoria
de las directrices oficiales y normativas, más llenas de lo habitual
de vacios principios generales, no son de mucha ayuda en determinar
cómo hacer todo esto.
Una
de las reflexiones más precisas, elocuentes y sinceras sobre
la situación fue escrita hace unos años en la revista
Archives of Internal Medicine por el Dr. Mitchell Katz, quien actualmente
dirige el Departamento de Salud del Condado de Los Angeles.
El Dr.
Katz describe su lenta desilusión con el enfoque estándar
para el control del dolor, el cual implica ir de la adminstración
de medicamentos no narcóticos a la medicación narcótica,
para despues prescribir tanta medicación como sea necesaria
para erradicar el dolor, al mismo tiempo que se desplieguan medidas
tales como contratos por escrito con el paciente, el recuento de pastillas
y la toma de muestras de orina para asegurarse de que el paciente está
tomando todos los medicamentos según lo prescrito.
El Dr.
Katz sugiere, un cuerpo reglamentario que establezca un límite
razonable para la dosificación de estupefacientes, por lo menos
para las personas sin enfermedades malignas que son propensas a tomarlos
por mucho tiempo.
Además,
indica que hay que reconocer formalmente que a veces el dolor no
se puede erradicar por completo.
Ayudar
y fomentar a como lidiar con el dolor puede ser más poderoso
para los pacientes que tratar de encontrar una píldora para eliminarlo
por completo.
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