No todo está en los genes.
Unos tozudos "michelines" en la cintura difíciles
de bajar son a veces excusa para llevar un estilo de vida abandonado
en lo referente a la salud.
Otro
motivo también de abandono es la creencia errónea
de que los genes de uno determinan la salud y los años
de vida sin importar lo que se hace en esa vida.
Diversas
investigaciones han demostrado que los genes no lo determinan todo.
Cambios
saludables en la forma de vida de una persona pueden de hecho mejorar
los genes.
Cada
humano viene al mundo con un número de genes comprendido entre
20.000 y 25.000, genes heredados de sus padres.
Estos genes
determinan muchos atributos físicos y algunos rasgos de la personalidad.
Algunos de estos genes aumentan o disminuyen los riesgos de enfermedades.
Pero los
genes no se quedan estáticos a lo largo de la vida de
un ser humano.
A medida
que las células se desarrollan y se dividen, los errores (mutaciones)
surgen en el ADN que constituye el código genético.
Afortunadamente
nuestras células tienen maneras de detectar y corregir la mayoría
de los errores genéticos. No obstante errores que se cuelan a
través de los mecanismos de defensa del organismo pueden colocar
a una célula en el camino hacia la enfermedad, incluyendo crecimientos
no controlados que llevan al cáncer.
Muchas
mutaciones adquiridas se desarrollan espontáneamente pero otras
se desarrollan por influencias medioambientales dañinas. Esta
es la manera como el fumar y la radiación aumentan los riesgos
de cáncer.
Influencias
externas pueden además apagar genes activos y encender genes
dormidos.
Mientras
la investigación genética ha estudiado lo malo que le
puede ocurrir a genes buenos, algunos científicos están
empezando a investigar como los cambios en los estilos de vida
de una persona pueden favorecer a los genes y hacerlos mejores para
la salud de dicha persona.
Investigadores
europeos asignaron a 21 hombres, a los cuales se les iba a realizar
biopsias de la próstata, suplementar su dieta regular con cuatro
raciones diarias de brócoli o guisantes, durante 12
meses.
Al final
de los 12 meses los hombres que tomaron brócoli mostraron
cambios genéticos que podían reducir los riegos de cáncer
de próstata.
Investigadores
británicos y americanos estudiaron en 2.401 gemelos como el ejercicio
regular estaba asociado a una mayor longitud de los telómeros
(región del ADN que protege a los extremos de los cromosomas).
El efecto
del ejercicio físico fue sustancial en los participantes más
activos del estudio los cuales llegaban a ser 10 años más
"jóvenes" que los menos activos.
Los telómeros
protegen a los cromosomas de la degradación, pero a medida que
la células se dividen sus telómeros son cada vez más
cortos.
El paso
de los años, la oxidación y la obesidad contribuyen a
acortar los telómeros . Telómeros más cortos
están relacionados con un aumento de enfermedades coronarias,
así como diabetes y osteoporosis.
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