Durante
más de 50 años, nuestra comida ha estado siendo
cada vez más insulsa pero las mejores dietas acaban
siendo las mas deliciosas.
Nos
hemos obsesionado con lo que la comida hace dentro del cuerpo,
pero hemos casi totalmente ignorado por que realmente llega
al cuerpo. Hasta un niño lo sabe: comemos porque la comida
es deliciosa.
Durante
casi medio siglo, hemos estado en una cacería de brujas
para encontrar el ingrediente que nos hace gordos.
En
la década de 1980, el culpable era la grasa. A continuación
fueron los carbohidratos. Hoy en día, el azúcar
es el enemigo numero uno, si no estamos en guerra contra el
gluten.
Y
nada ha funcionado. La obesidad se está acercando ahora
al fumar como la causa n º 1 de muerte prevenible .
Por
ejemplo en Estados Unidos se considera que el país rara
vez ha fallado en nada a lo largo de su historia en la forma
en que está fallando en la pérdida de peso de
sus ciudadanos.
Quizás
es debido a que nos falta una pieza fundamental en el rompecabezas
de los alimentos. Curiosamente, todos los gurús de las
dietas y los burócratas que marcan las directrices alimentarias
casi nunca se hacen la pregunta sencilla: ¿a qué
sabe?
Hasta
un niño sabe que comemos porque la comida es deliciosa.
Todos
los animales dependen del gusto y del olfato para identificar
los nutrientes esenciales para suvida.
Los
insectos utilizan productos químicos del sabor para distinguir
entre alimentos y veneno.
Ratas
diabéticas instintivamente evitan los carbohidratos.
Las
ovejas que son deficientes en minerales esenciales como el calcio
o el fósforo, anhelan sabores asociados a ellos.
Y
los monos infectados con parásitos en el intestino comen
hojas específicas que alivian sus condiciones.
"El
sabor", indica Fred Provenza, un ecólogo conductual
y profesor emérito en la Universidad Estatal de Utah,
"es la forma del cuerpo de identificar los nutrientes importantes
y de recordar los alimentos en los que se encuentran dichos
nutrientes".
Los
seres humanos no somos diferentes. En el siglo 18, los marineros
devastadas por el escorbuto tenian intensos anhelos de comer
frutas y verduras.
Las
mujeres embarazadas sufren náuseas ante alimentos que
sus cuerpos perciben como tóxicos.
Pero
quizá la prueba más llamativa de tal sabiduría
nutricional proviene de un estudio de 1939 en el que a un grupo
de niños pequeños se les puso a cargo de alimentarse
por sí mismos.
Se
les ofrecieron 34 diversos alimentos integrales nutritivos,
incluyendo agua, patatas, carne de res, jalea , zanahoria, pollo,
granos, plátanos y leche. Lo que comían y cuanto
comían , era totalmente asunto de ellos.
Los
resultados fueron sorprendentes. En vez de acercarse a los alimentos
más dulces, los niños pequeños se dirigieron
a los alimentos que mejor les alimentaban.
Comieron
más proteína durante periodos de crecimiento acelerado
y más carbohidratos y grasa durante los períodos
de actividad máxima.
Después
de un brote de la mononucleosis, curiosamente, consumieron más
carne cruda, zanahoria y remolacha.
Un
niño con una deficiencia severa de vitamina D llegó
a tomar hasta aceite de hígado de bacalao por su propia
voluntad hasta que se curó.
Al
final del experimento, un médico quedó tan impresionado
con la salud de los niños pequeños que los describió
como "el mejor grupo de especímenes" que había
visto en su grupo de edad.
Estos
niños no sabían nada acerca de carbohidratos,
grasas o gluten. Sólo comían lo que sabían
que les iba bien.
Coma
los alimentos que mejor saben.
No
ignore sus antojos.
No
se engañe con sabores falsos.
Satisfaga
sus deseos con comida que sea realmente deliciosa.
Acérquese
a cada comida como un chef obsesionado con la búsqueda
de los mejores y más frescos ingredientes.
Cuanto
más deje que sea el sabor y el placer su guía
alimentaria, mejor sera su elección de alimentos.