La
gente feliz tienen menos probabilidades de coger una gripe independientemente
de las veces que este expuesta al virus.
Las
personas enamoradas muestran una alta resistencia a las enfermedades.
Las
personas hostiles y conflictivas tienen un poderoso efecto inmunosupresor
que les dificulta tratar las enfermedades.
Sanar
de una enfermedad no es posible en ausencia de felicidad.
Las
mujeres viudas son el grupo más propenso a tener cáncer.
La
tristeza bloquea el sistema inmunológico de una persona
a la hora de defenderse de células cancerígenas,
incluso si el conteo de células T (glóbulos blancos
que desempeñan un papel central en la inmunidad mediada
por células) está en niveles normales.
La
investigadora Sarah Pressman, profesora asistente de psicología
en la Universidad de Kansas y un investigador asociado de Gallup,
extrajeron datos de una encuesta de Gallup a escala mundial
y encontraron que las emociones positivas tienen gran influencia
sobre la salud en todas partes del mundo pero sobre todo en
donde más necesidades existen.
Cuanto
más pobre es una persona mas felicidad necesita para
no enfermar.
El
envejecimiento y las enfermedades están en relación
directa con los efectos combinados del temor y de las actitudes
mentales negativas.
Nuestro
sistema endocrino, el cual produce hormonas en respuesta a experiencias
mentales es de hecho un almacén personal de productos
farmacéuticos sin costo alguno.
Es
nuestra farmacia interior, la cual nos da cualquier medicamento
sin necesidad de receta médica.
Dependiendo
de nuestra respuesta emocional o de nuestra reacción
a un suceso o reto concreto, la dosis varia.
Cuando
las hormonas del estrés, adrenalina y cortisol, entran
en el riesgo sanguíneo en respuesta a hostilidad, temor
o rechazo, estas hormonas pueden salvarnos la vida, pero si
son secretadas de manera continua, dañan los vasos sanguíneos
e incapacitan al sistema inmune.
Por
otro lado nuestras emociones felices producen endorfinas, serotonina
y otros químicos relacionados con las experiencias de
placer y satisfacción.
La
producción suficiente de estas sustancias puede ayudar
a controlar el proceso de envejecimiento.