Terapia de suma: Los psiquiatras se unen con los pediatras.
Enero
2015 | Boletin
Mensual de Psiquiatría y Psicología
Las
familias son más receptivas al tratamiento por un pediatra
que acudir a una clínica de salud mental.
Muchos
padres conocen el escenario: su hijo muestra signos de ansiedad o depresión,
es agresivo o tiene problemas para concentrarse.
Se
lo expican al pediatra, quien tiene sólo 15 minutos para verlos,
tiene una sala de espera llena de gente y experiencia limitada con problemas
de salud mental.
Si
el problema parece grave, los padres reciben una lista de psicólogos
o psiquiatras infantiles a quienes llamar. La lista de esperar es de
más de un mes y muchos no aceptan seguros médicos.
No es de
extrañar que aproximadamente solo 1 de cada 5 niños con
problemas de salud mental diagnosticables reciba tratamiento.
Actualmente
cada vez más pediatras incorporan profesionales de salud mental
en sus prácticas médicas, donde pueden ayudar a detectar
problemas en los inicios, ofrecer una atención rápida
o tranquilizar a los padres indicándoles que la conducta del
niño es normal.
La atención
integrada, como se llama, tiene otras ventajas: Los pediatras sulen
ver sus pacientes anualmente durante una década o más
y seguir de cerca a las familias.En algunas prácticas, profesionales
de la salud mental evaluan a los pacientes y diseñan planes de
tratamiento que realizan los pediatras o enfermeras.
Actualmente,
a menudo lleva de 8 a 10 años desde el momento en que los síntomas
se perciben por primera hasta que los niños reciben atención
de problemas de salud mental, dice Gregorio Fritz, presidente electo
de la Academia Americana de Psiquiatras de Niños y Adolescentes,
quien avala la atención integrada. Mediante la combinación
de fuerzas con los médicos de atención primaria, "el
potencial de intervenir temprano y hacer una diferencia de por vida
es enorme", indica el doctor Fritz.
Existe
un creciente reconocimiento de que muchos problemas de salud mental
empiezan en la infancia; la mitad de todos los casos de adultos tenía
síntomas antes de los 14 años, según las encuestas
del gobierno.
Aunque
los datos son limitados, muchos expertos creen que dar a los niños
y a las familias la formación para hacer frente a cuestiones
tales como ansiedad, depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo
desde el principio puede fomentar la capacidad de recuperación
y evitar problemas más graves después.
A nivel
nacional, en Estados Unidos aproximadamente el 21% de los niños
y adolescentes cumplen con los criterios de sufrir un trastorno de salud
mental o de abuso de sustancias, según el Instituto Nacional
de Salud Mental.
La atención
integrada puede ayudar a aliviar la escasez de psiquiatras y psicólogos
infantiles, permitiendo a otros profesionales de la salud para compartir
la carga.
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