La
fruta fresca contiene una proporción de agua mayor que
cualquier otro alimento no cocinado con excepción de
la leche.
Determinados
alimentos crudos como las legumbres y los cereales contienen
poco agua pero cuando se cocinan absorben gran cantidad de ella.
El
repollo, la coliflor, la cebolla y los nabos después
de cocinados tienen el 90% de agua.
La
carne guisada de ternera contiene un promedio del 48% de agua
y una chuleta de ternera, después de quitarle la grasa
y cocinada, tiene el 63% de agua.
Es
costumbre con las comidas beber agua, vino, cerveza, café
o té.
Cuando
una comida contiene una considerable cantidad de fruta fresca
no suele haber deseo de beber nada.
A
pesar de la gran cantidad de agua en la fruta, una dieta basa
en frutas, pan, frutos secos y verduras, contiene menos agua
que una dieta tradicional basada en alimentos muy cocinados
y muy condimentados con especies.
Una ventaja de la fruta es que el agua que contiene está
presente en una condición más saludable sin la
contaminación de sustancias dañinas que puede
haber en el agua utiliza para beber.
Otra
ventaja de la fruta es que favorece la masticación, mientras
que los alimentos cocinados y los alimentos blandos no la favorecen.
Las
personas con buena digestión pueden comer fruta con pan,
con galletas y con alimentos crudos sin inconveniente alguno.
La
fruta no suele gustar cuando se come con alimentos elaboradamente
cocinados.